Apetito inmobiliario
Por Eduardo
Martínez Benavente
No es
satisfactoria la aclaración que hizo el secretario de Gobernación, Miguel Ángel
Osorio Chong, en el sentido de que ni él, ni su cónyuge, ni ninguno de sus
familiares es o ha sido dueño de alguna de las dos fincas ubicadas en una de
las zonas residenciales más exclusivas de la Ciudad de México -que según la
revista Proceso "hizo suyas"- porque calla en su réplica una serie de
circunstancias fundamentales que tenía la obligación de aclarar si es que le
interesa quedar libre de sospechas y en condiciones de aspirar a la presidencia
de la República en el 2018. De acuerdo a las conclusiones difundidas hace ocho
días por el semanario, se pudo haber incurrido en actos que implican conflictos
de interés porque el propietario es un contratista que se ha visto beneficiado
con la obra pública gubernamental del estado Hidalgo desde que el encargado de
la política interior del país fue gobernador de esa entidad.
Pero tampoco son
exactos los señalamientos que denuncia la publicación que fundó don Julio
Scherer en 1976, por lo menos, en la parte relativa a que el inmueble es
propiedad de la señora de Osorio Chong. La investigación requiere de
precisiones y correcciones para que se ajuste exactamente a la verdad de los
hechos. Los periodistas que firmaron el reportaje, Jesusa Cervantes y Santiago
Igartúa, debieron ser más cuidadosos en la búsqueda de la información y más
meticulosos en la redacción. El medio para evitar caer en las inexactitudes es único e infalible: no
publicar nombres, datos, cifras, números, frases, afirmaciones si sobre ellos
cabe alguna duda. No entendieron ni consultaron los alcances y
consecuencias legales del primer aviso preventivo que presentó el notario
público número 19 de Pachuca, Hidalgo al Registro Público de la Propiedad del
Distrito Federal, comunicando la intención de la esposa del hidalguense de
celebrar un contrato de compraventa con un crédito hipotecario para la
adquisición del inmueble ubicado en Paseo de las Palmas 1380 de las Lomas de
Chapultepec, cerca de la polémica Casa Blanca, propiedad de la esposa del
presidente.
Es falso que la
mujer del secretario haya adquirido la propiedad del inmueble, como lo asegura
Proceso en el tercero y décimo párrafos del reportaje, aunque es cierto que el
secretario y su familia ocupan la finca como inquilinos desde julio de 2014,
sin que ninguna de las partes haya exhibido el contrato y acreditado con
comprobantes fiscales el importe que se cubre por este concepto. Los números
que maneja Proceso son meras especulaciones. Con anterioridad, el mismo
arrendador -que ha sido su proveedor inmobiliario- les dio en arrendamiento
otra casa ubicada por el mismo rumbo que habitaron desde agosto de 2011 a junio
de 2014. No me extrañaría que las hayan ocupado gratuitamente o bien, le hayan
pagado una renta muy por debajo de lo que corresponde. Mientras que no se dé a
conocer toda la información seguirán siendo operaciones sospechosas que pueden
estar relacionadas con el pago de favores recibidos.
Creo que el
primer aviso preventivo que presentó el notario el pasado 29 de mayo para
bloquear la inscripción mediante una anotación marginal y continuar con los
trámites notariales los confundió y creyeron que la operación se había
concretado. Sin embargo, el primer aviso dejó de tener vigencia 10 meses antes
de que se publicara el reportaje y el segundo aviso preventivo no se presentó
dentro del plazo que marca la ley porque no se firmó la escritura. De haberse
firmado, el notario tenía la obligación de indicar la fecha en que esto ocurrió
y el número del instrumento que le correspondió. Pero si el notario presentó el
primer aviso preventivo al Registro Público de la Propiedad es porque tenía el
expediente con la documentación necesaria para protocolizar la compraventa y el
crédito hipotecario; y lo más importante, tenía la anuencia de las partes para
formalizar los contratos porque previamente habían acordado el precio y
condiciones de la transacción. El secretario de gobernación está obligado a
explicarnos el motivo por el que abortó la operación. Puede haber sucedido que alguien
le haya advertido que el equipo de Carmen Aristegui estaba investigando la
compra de la casa de la señora Angélica Rivera, ya que las pesquisas se habían
iniciado varios meses antes de que estallara el escándalo, y entonces decidió
cancelar o suspender la adquisición para no verse involucrado en un lío similar
al de la pareja presidencial, al de Luis Videgaray y al de los otros personajes
de la elite gubernamental que, como él, nunca serán investigados ni
sancionados.
Osorio Chong
tenía que haber justificado que sus ingresos y los de su esposa eran
suficientes para cubrir el importe de las mensualidades del crédito hipotecario
que se le autorizó, así como de todos los demás gastos que origina su alta
posición socio económica. Es muy probable que el préstamo que se le concedió
haya andado por los 40 millones de pesos ya que el inmueble que se iba a dar en
garantía, según el avalúo que ordenó Proceso, tiene un valor aproximado a los
50 millones de pesos,. En estas condiciones tendría que haber pagado al banco
la cantidad de 400 mil pesos mensuales
durante 10 años por concepto de intereses y abono a capital. Como secretario de
Gobernación su salario y demás prestaciones en efectivo no llegan a los 140 mil
pesos mensuales. Su esposa, Laura Ibernia Vargas Carrillo, como directora
general del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF)
recibe un ingreso mayor al de su cónyuge que suma entre salario y
compensaciones casi 190 mil pesos. Sus ingresos como servidores públicos no
alcanzarían a cubrir las amortizaciones bancarias a menos que tuvieron otros
ingresos que no se revelan en su declaración patrimonial. Osorio elude el dato
principal de este conflicto que es la relación que ha tenido con el empresario
hidalguense desde hace varios años y que corresponde al patrón de conducta o
sello de la casa que caracteriza a varios de los funcionarios más próximos al
presidente.
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