¿Qué quiso decir el Papa?
Por Eduardo Martínez Benavente
Sería muy
presuntuoso de mi parte querer ofrecer en este breve espacio un análisis
completo de la visita del Papa Francisco a nuestro país, cuando abordó tantos
temas y pronunció más de una docena de discursos y homilías que habrá que
examinar con todo detenimiento para entenderlos, por lo que me veo reducido a
comentar dos o tres eventos de este histórico acontecimiento. Creo que algunos
de sus pronunciamientos sólo son comprensibles para los grupos privilegiados de
la sociedad, e incomprensibles para la mayoría de los mexicanos que a duras
penas subsisten con las miserias que reciben por su trabajo. Por ejemplo,
cuando hace referencia a las familias: "Prefiero una familia que una y
otra vez intenta volver a empezar, a una familia y sociedad narcisista y obsesionada
por el lujo y el confort. ¿Cuántos chicos tenés? No, no tenemos porque claro
nos gusta salir de vacaciones, ir al turismo...". En la primera parte de
su exposición creo que todos podríamos coincidir, pero nunca en la segunda
porque existe un distanciamiento abismal, en lo económico y social, entre los
que se pueden dar estos gustos y las decenas de millones de mexicanos que ni
piensan en ellos porque son totalmente ajenos a los mismos. La información que
originó su visita es muy abundante y difícil de interpretar en muchas partes.
Para algunos de nosotros que hemos perdido la fe o para los no creyentes
resulta inaccesible el lenguaje religioso y en concreto las referencias
teológicas, incompatibles con las verdades científicas. ¿Cómo puede ser que a
través de la oración pueda alcanzarse tal o cual objetivo?
Entendemos
que no haya hecho alusiones personales en sus intervenciones, aunque como nos
hubiera gustado que las hiciera, pues su recorrido pastoral por el país
disfrazado de visita de Estado no se lo permitía. Tuvo que ser en el vuelo de
regreso a Roma para referirse indirectamente al sensacionalista y xenófobo
candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, de
quien se lamentó que "no es cristiano" que una persona solo piense en
construir muros. El trabajo de identificación de los personajes que criticó el
Papa corresponderá hacerlo a los analistas y al clero comprometido con los
problemas sociales, quienes tendrán la oportunidad de exhibir a éstos y a otros
más citando los textos del Papa para darle credibilidad y fuerza a sus
denuncias. No me cabe la menor duda que en este encuentro el Presidente de la
República y el Obispo de Roma se utilizaron. Los dos sacaron provecho de la
visita, aunque creo que el Papa Francisco sacó la mejor tajada, pues sus
intervenciones y recorridos tuvieron una difusión e importancia extraordinaria
que llegaron a todos los rincones de la República y a otros países. Peña Nieto
tendrá que esperar la evaluación trimestral que practican las casas
encuestadoras con mayor credibilidad para ver si sus bonos subieron con el
protagonismo desaforado y ofensivo de los seis encuentros en los que se lució
al lado del Papa. La aprobación ciudadana al mexiquense había caído al 35% a la
mitad del sexenio e iba en picada. Sería muy triste que los mensajes y
enseñanzas del Pontífice pronto se olvidaran.
Creo que
muchos mexicanos seguimos lamentando que el primer Papa latinoamericano no haya
escuchado a los familiares de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa ni a
las víctimas de los clérigos pederastas, aunque más tarde quiso justificarse en la rueda de prensa que dio en el vuelo que lo llevó de Ciudad Juárez a
Roma, argumentando que se produjo algún intento por su parte, pero que se
descartó después de constatar la cantidad de grupos que se decían representar a
las 43 familias, “incluso enfrentados entre ellos”, y de que resultara
“prácticamente imposible recibir a todos”. Me extraña esta explicación porque
la Procuraduría General de la República no ha tenido problemas para reconocer a
los representantes de ese grupo en las múltiples ocasiones en que se han
reunido para informarles de los avances de la investigación. Creo, más bien,
que el gobierno lo engañó con esta versión para que no los recibiera en
audiencia privada. El silencio que guardó durante su gira para condenar
públicamente a los clérigos pederastas y sus encubridores quedó reparado con la
advertencia que les hizo a los obispos en el mismo vuelo, en el sentido de que
debían renunciar a sus cargos aquellos que movieran a los pederastas de una
parroquia a otra.
¿A qué
conflicto se refería José Mario Bergoglio cuando en la Catedral Metropolitana
llamó a la unidad del Episcopado? "Si tienen que pelearse, peléense, si
tienen que decirse cosas, se las digan, pero como hombres, en la cara y como
hombres de Dios que después van a rezar juntos". Ha trascendido que el
motivo del regaño fueron las intrigas por el desplazamiento del Cardenal
Norberto Rivera de la organización de la gira papal que quiso aprovechar en
beneficio propio y de sus amigos de las elites empresariales y políticas del
país. En ese mismo evento pidió a los obispos no tener miedo a la transparencia,
pues La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar. Creo que su exhorto
está dirigido a que contribuyan con las autoridades cada vez que reciban una
denuncia en contra de algún presunto cura pederasta para que se les investigue;
y no a ventilar sus ingresos y egresos, a lo que no están obligados mientras no
reciban recursos del gobierno. La Iglesia es muy reservada en esta materia,
aunque debo reconocer que el arzobispo emérito Luis Morales Reyes ordenó al
patronato que se encargó de recaudar fondos para la adquisición del carrillón o
grupo de campanas musicales de Catedral,
que nos entregara la información con los nombres y montos de los donantes,
entre los que aparecían el gobierno de Toranzo y Victoria Labastida, como los
contribuyentes más generosos.
A pesar de todas las críticas que se le puedan hacer al Papa por su visita
a nuestro país y de que la pareja presidencial se haya montado sin ningún pudor
en varios de los eventos, podemos concluir que su presencia fue positiva
y muy alentadora para la mayoría de los mexicanos.