LA
HIJA DEL REY
Por Eduardo Martínez Benavente
Sentar a la hija del Rey de España en
el banquillo de los acusados por su presunta participación en la comisión de
una serie de delitos es un hecho singular y memorable que honra y le da
credibilidad a la justicia española, fortalece su sistema democrático y es un
ejemplo a seguir por otros países, como México, en el que sólo a los políticos
en desgracia se les juzga y castiga, no obstante las evidencias de la enorme
corrupción y enriquecimiento ilícito en el que éstos y sus familiares se ven
implicados.
El caso Iñaki Urdangarin, que retiene
la atención de los españoles, ahora mejor conocido como el de la infanta
Cristina de Borbón, se centra en un fraude fiscal y blanqueo de capitales, en
el que ésta, junto con su marido, participa como condueña en una sociedad vinculada
a otras en la que se exhiben actividades ilícitas de la pareja, así como una serie
de correos que balconean sus gastos y gustos personales. Todavía no se puede
medir el daño que provocará en la Casa del Rey si se prueba la culpabilidad de
su descendiente. Una sociedad vapuleada por la crisis, con 5 millones de
parados y desencantada de sus gobernantes, espera con ansiedad que caiga la
guillotina y rueda la cabeza de la princesa. El solo hecho de que la justicia haya
fincado una sospecha formal sobre una integrante de la casa real constituye un
golpe devastador para la imagen de la institución monárquica española, sometida
a un pronunciado desgaste y a una pérdida de simpatías y popularidad entre la
sociedad.
Los escándalos y frivolidades de la
nobleza motivan entre la mayoría de las personas una morbosa y fascinante
curiosidad, por lo que cualquier chisme, desgracia o evento social que les ocurra
es noticia universal, por más obsoletas y disfuncionales que para muchos parezcan
las monarquías. Pero en esta ocasión se trata de un evento extraordinario por
la imputación de un delito a un miembro de la descendencia directa del Rey, hasta
ahora intocable, quienes según el juez de la causa "Están llamados a observar
un especial cuidado para no situarse en órbitas comprometedoras".
La historia comienza en febrero de
2006, cuando un diputado socialista del Parlamento Balear, Antonio Diéguez,
observa un pago irregular por 1 millón 200 mil euros en un convenio sin
concurso público para organizar en 2005 un Fórum que duró un fin de semana,
adjudicado directamente a dos empresas dependientes del Govern balear, y al
Instituto Nóos, una sociedad en la que descubre que es presidida por el yerno
del Rey; lo que lo anima a denunciar el hallazgo en una concurrida rueda de
prensa a la que asiste la dirigencia de su partido. La acusación causa revuelo
en La Moncloa y los asesores de la Corona le piden a Urdangarín que se retire a
vivir lejos de España, en Washington, en donde se incorpora como ejecutivo de
una empresa telefónica. El consorte de la infanta había iniciado sus
actividades privadas en el mundo del marketing deportivo y la imagen hacia 2003
junto a un tal Diego Torres, quien fuera profesor en una prestigiosa escuela de
negocios donde el duque de Palma obtuvo la titulación que le faltaba, un máster
en Administración de Empresas. A partir de esa fecha, Urdangarin preside
exitosamente el Instituto Nóos, una consultora creada en 1999 por Torres, donde
los clientes son atraídos por un personaje con un perfil envidiable:
deportista, medallista olímpico, guapo, elegante, noble y candidato a ejercer
la presidencia del Comité Olímpico Español.
Los
socialistas llegan al poder y exhiben los dispendios sin control de la
administración anterior. Cuatro años después, el juez abre el expediente número
25 del sumario de corrupción y tráfico de influencias de que se les acusa, orientado
a investigar los pagos del Govern al Instituto Nóos. A pesar de que el fiscal
general del Estado intenta abortar la investigación, una maniobra del juez José
Castro lo impide. Urdangarin creía que estaba blindado. Nadie más había vuelto
a preguntar por él, y de Diego Torres no quería saber nada. El abogado de éste
se presenta ante el juez y aporta información comprometedora porque cree que es
mejor cooperar y enfrentar la situación. En los ordenadores que entrega hay
material explícito sobre la vida privada, gastos y actividades del yerno del
Rey como socio y gestor de varias empresas relacionadas con el Instituto Nóos,
sin fines de lucro, aunque las ganancias no las puede ocultar porque al año de
crear la sociedad compra una lujosa mansión en Barcelona, valorada en seis
millones de euros.
Urdangarín
para eludir las acusaciones que pesan en su contra establece una estrategia
equivocada pues responsabiliza de todo a Diego Torres y su esposa, quienes ya
han sido interrogados por el juez Castro e imputados como presuntos delincuentes.
En el discurso navideño del 2011, Juan Carlos I afirma que “la justicia es
igual para todos”. Y sus asesores hacen públicas por vez primera los ingresos y
egresos de la Casa del Rey, y aclaran que el yerno nunca ha recibido dinero de
la Corona. Un día después, la pieza 25 del sumario deja de ser secreta y el
cónyuge de la infanta también es
imputado. El intento de aislarlo dejó de funcionar. En abril del 2013 se
detectan varios correos electrónicos en los que se demuestra que el duque es
parte activa de cuanto sucede en Nóos y sus sociedades, y que la Infanta es
socia y está enterada de sus actividades. Desde entonces, la investigación se
centra de forma exclusiva en las finanzas de la Infanta, quien se retira a
Suiza con su esposo e hijos para escapar del escarnio público.
El
juez José Castro ha citado a la primera infanta con título universitario y
octava en la línea de sucesión como imputada para el 8 de marzo próximo, para ser
interrogada sobre los supuestos delitos fiscales y de blanqueo de capitales en
que “hubiera podido incurrir a raíz de su participación en la entidad Aizoon
pues llevaron a cabo un reparto fáctico, fiscalmente opaco, de dividendos sobre
la base de la disposición de fondos de esa sociedad para atender gastos
personales". Esa entidad es una empresa privada propiedad a partes iguales
de Urdangarin y su mujer a la que fueron a parar muchos de los fondos que
supuestamente obtuvo el marido de la infanta de manera ilícita. De esos fondos
se aprovechó no sólo Urdangarín sino también la hija del Rey.
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