Mayorga o similares
Por Eduardo Martínez Benavente
La designación de la
persona responsable de fiscalizar las cuentas públicas por los próximos siete
años sería motivo de atención y participación ciudadana en cualquier país
democrático que presumiera de serlo para obligar a los diputados, a los que les
corresponde esa función, a elegir al candidato más probo, capaz y autónomo que
se atreviera a sancionar a cualquier funcionario que infringiera la ley, sin
importar el cargo que desempeñara. Pero para nuestra desgracia y atraso, en San
Luis Potosí es muy probable que resulte reelecto por una amplia mayoría y por
un período que se inicia el próximo 20 de febrero y concluye el 19 de febrero
de 2021, el auditor Héctor Mayorga Delgado, o cualquiera otro que como él
garantice a los gobernantes impunidad y condescendencia.
Cualquier aspirante
que pretenda acceder a ese cargo con la sana intención de combatir la
corrupción y cuidar el manejo de los dineros públicos sabe que está descartado,
por más apto y honesto que sea, y no debería exponerse a que lo masacren y
humillen con una votación en la que hará el peor de los ridículos. Cualquier
pretendiente serio y ubicado sabe que esa posición será negociada entre las
fracciones mayoritarias del Congreso del Estado, de tal manera que el que
resulte electo proteja y cuide sus intereses, sin importarles la honestidad y
oficio de la persona que designen. Necesitan un auditor con el que se pueda enmendar
cualquier cuenta, hasta la más sucia y escandalosa, y que no moleste o persiga
a los altos funcionarios sino sólo a aquellos que hayan caído en desgracia, no
tengan padrinos que los defiendan o que sean insignificantes en el aparato de
la burocracia. Alguien lo suficientemente cínico y encubridor como el contador
Mayorga, experto blanqueador de cuentas y enderezador de torceduras,
quien
después de 3 años y seis meses que han transcurrido no ha dado a conocer el
fallo final de las responsabilidades financieras en que incurrieron las
administraciones de Marcelo de los Santos y de Fernando Toranzo, respecto al
desvío de recursos del préstamo de los 1,500 millones de pesos que obtuvo el
gobierno del panista en el 2009; y que según el auditor, ambos aplicaron, por
lo menos en una buena parte, en gastos que no fueron identificados, y en otros que
nada tenían que ver con inversiones públicas productivas como ordenaba el
decreto legislativo. Ahora no sabe cómo desactivar esa bomba porque
retractarse, negar, o argumentar que sus observaciones no son válidas porque se
equivocó, merecerían fincarle un juicio político para proceder penalmente en su
contra por los ilícitos en que incurriría, tales como uso y falsificación de
documentos, encubrimiento, falsos testimonios, asociación delictuosa porque con
él participaron otros auditores y supervisores, y ejercicio indebido de la
función pública.
Se requiere de alguien
como Mayorga, y si es él, mejor, que no le interese cerrar el caso y que esté
dispuesto a dilatarlo hasta que a todo mundo se le olvide. Alguien barco y
facilito que actúe como si la Auditoría Superior del Estado (ASE) fuera una
posición política que sirve para encubrir las fechorías de los gobernantes.
Alguien como Mayorga que sistemáticamente obstruye el ejercicio de la
información pública que se le solicita hasta que es obligado a entregarla
porque un juez de distrito se lo ordena. Alguien como Mayorga que, como si se
tratara de un despacho privado, no publica los informes finales de los
resultados de las auditorías que practica ni le da seguimiento a las
recomendaciones que dirige a los funcionarios públicos, como tampoco lo hace
con las sanciones que les aplica.
Los 5 millones 604 mil
pesos que logró cobrar el auditor superior del estado por multas,
indemnizaciones y créditos fiscales fincados a funcionarios estatales y
municipales en sus primeros cuatro años de ejercicio son la mejor demostración
de la inoperancia de su oficina y de su subordinación a los intereses de la
clase política a la que no se atreve a tocar. El garante de la impunidad en el
estado, en cada ejercicio fiscal tiene el atrevimiento de clasificar como reservada
la información relativa a las auditorías que practica con la intención de que
nadie se entere de su contenido. Esta información la tenemos que conseguir a
través de otros medios y en algunas ocasiones de manera poco ortodoxa. Es
inconstitucional bloquear la información derivada de las revisiones de las
cuentas públicas, una vez que éstas hayan sido entregadas por la ASE a la
Comisión de Vigilancia. ¿Pero qué caso tiene rendir un dictamen de auditoría en
el que se pueda mostrar de manera indubitable información contable falsa y
pagos arbitrarios e irracionales si nadie la atiende ni le da seguimiento? ¿Qué
caso tiene presentar un informe con estas características si el auditor protege
a los infractores, no les finca responsabilidades, ni se empeña en recuperar
los recursos aplicados ilegalmente?
El registro de
candidatos a dirigir la ASE concluye el próximo martes y el Congreso del Estado
está obligado a publicar en su sitio de internet la lista con los nombres de
todos aquellos que se inscribieron, en el entendido de que la documentación que
acompañaron será de acceso público para que cualquier interesado pueda
revisarla. Es muy probable que ninguno de los tres candidatos que se propongan
al Pleno del Congreso resulte electo en el primer intento si antes no se ponen
de acuerdo por lo menos 18 de los 27 diputados que asistan a la sesión. Y si no
hay acuerdo, el nombramiento puede diferirse meses y crear un peligroso vacío
que no está previsto en la ley cómo llenarlo porque Mayorga no puede seguir
actuando más allá del próximo 20 de febrero, y las relaciones de un buen número
de legisladores son muy tirantes con el resto de sus colegas como para alcanzar
el número de votos que se necesitan y no se diga con el gobierno del Estado
para que arme los consensos; por lo que no dudo que los dictámenes de las
auditorías del ejercicio fiscal 2013 saldrán limpios de culpas y
responsabilidades, pues las cuentas públicas son una valiosa mercancía para
negociar cualquier propuesta y ablandar a los inconformes.
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