Cuentas alegres
Por Eduardo Martínez Benavente
El informe de la cuenta pública estatal correspondiente al ejercicio del 2013, el cuarto que presenta el gobernador
Fernando Toranzo, no fue motivo de elogio o reconocimiento alguno, no obstante
que presenta un escenario boyante en el que asegura que nos está yendo muy bien
a los potosinos. La falta de credibilidad de la que gozan los gobernantes y la
percepción ciudadana de que la situación económica es un desastre le dan al
traste a las cifras y estimaciones de su gobierno en el sentido de que, con
todo y la desaceleración de la economía mundial registrada en el transcurso del
año, el crecimiento para San Luis Potosí fue de 2.2 por ciento al cierre del
2013, muy por encima del nacional que apenas alcanzó el 1.2 por ciento. Presume
que los índices de desocupación en la entidad son envidiables, pues casi todos
los potosinos tenemos una actividad remunerada al registrar 1.5 puntos
porcentuales menos que la nacional que se ubica en un 4.6 por ciento. Lo que no
ocurre ni en los países más desarrollados del planeta, aunque omite aclarar que
el 90 por ciento de esos trabajadores ganan de uno a tres salarios mínimos que
no les alcanza para satisfacer la mayoría de sus necesidades. En materia de
precios también somos ejemplares, pues la inflación registró en el estado una
tasa acumulada al mes de diciembre del 2.18, esto es 1.79 puntos menos que la
nacional.
El gobernador alardea en su informe que la estrategia
económica del ejercicio fiscal 2013 consistió en consolidar lo realizado en
ejercicios fiscales anteriores y avanzar en el cumplimiento de lo señalado en
los documentos rectores de desarrollo del Estado, como sería "construir la
infraestructura urbana y de comunicaciones necesaria para el desarrollo
integral de las cuatro regiones del estado y asegurar un clima de paz y
seguridad en la Entidad para combatir la delincuencia, la corrupción y la
impunidad". Reporta una inversión de 7 mil 400 millones de pesos destinada
a combatir la pobreza que no se refleja por ningún lado, aunque asegura que se
redujo el déficit de servicios básicos en las viviendas, la problemática del
hacinamiento y la de cocinar con leña en las localidades de muy alta y alta
marginación. Es un gobierno que a
lo mejor ha pretendido mitigar las expresiones más dolorosas de la pobreza
con políticas asistenciales, pero no ha aplicado políticas de Estado con visión
de largo plazo para erradicarla. No hay inversiones productivas. Los que hemos tenido
la oportunidad de recorrer recientemente algunos municipios del estado somos
testigos de la miseria y marginalidad en la que viven la mayoría de los
campesinos e indígenas. Igual de extrema que la que veíamos en 1991 cuando
acompañamos al doctor Salvador Nava en su gira proselitista por la entidad. Tan
útil que sería conocer una versión objetiva y veraz de la situación financiera
y social que vivimos en la que se exhibieran todas las carencias y deficiencias
de la vida pública.
La cuenta pública es un documento abarrotado de
buenas intenciones y números que comprende un mundo de información relacionada
con la deuda pública, con las participaciones y fondos municipales y con las
dependencias e instancias del gobierno estatal orientado a conocer los ingresos
y egresos del ejercicio; y en los anexos, que no se publicaron, deben aparecer
las características de las miles de obras y acciones que se ejecutaron, hasta
las más insignificantes, así como el gasto asignado a cada una de ellas que nadie
tiene capacidad de revisar por lo que nos pueden contar cualquier mentira y que
el gobierno difunde con la certeza de que ni los diputados ni los partidos de
oposición analizarán, y que la Auditoría Superior del Estado (ASE) aprobará sin
mayores complicaciones, y si acaso con algunas observaciones intrascendentes,
como ha ocurrido con las últimas cuentas públicas.
Sería muy tedioso tratar de analizar en este
espacio los números y operaciones que se declaran en el informe, aunque para
darnos una idea de su complejidad basta con comentar brevemente tres asuntos
que me llaman la atención y que requieren de una explicación por parte del
secretario de Finanzas. El primero son los ingresos por derechos del Hospital
Ignacio Morones Prieto, que de 50 millones 658 mil pesos presupuestados, se
elevaron a 629 millones 151 mil pesos obtenidos. Ese salto descomunal o
manipulación de cifras pesa de manera muy importante en el monto de los
excedentes que reporta la contabilidad gubernamental. El segundo se refiere a
los 40 millones de pesos de utilidades que se calculó que obtendrían los
invernaderos de Santa Rita y que quedaron reducidos a un poco más de 16
millones. La explicación que proporcionan no es suficiente para entender si la
diferencia que resultó es la que se reinvirtió en el proyecto. Y en el tercero
me quedan varias dudas para reconocer como un resultado positivo de este
ejercicio la reducción significativa en el total de los pasivos contabilizados,
pues de 9 mil 820 millones de pesos al cierre del ejercicio anterior, quedaron 9
mil 104 millones al 31 de diciembre de 2013.
Es una pena que la Universidad Autónoma de San Luis
Potosí no verifique la información, pues por su autonomía y por los recursos
humanos y económicos que maneja debería ser una institución con credibilidad
para pronunciarse y emitir una opinión en la que avale, explique o desmienta
las cuentas alegres del gobernador. Muchos potosinos se preguntan: ¿Dónde
están las grandes obras de infraestructura realizadas por esta administración
que puedan detonar el desarrollo del estado?
La respuesta es muy sencilla: no existen. Lo único que podría salvar a
este gobierno de la mediocridad que lo caracteriza es que la BMW se instalara
en la entidad.
El gobierno del
estado tuvo un ingreso histórico en el 2013 que rebasó los 34 mil 743 millones
de pesos. Nunca se había captado tanto dinero. Más de 3 mil 737 millones de
pesos de la suma originalmente presupuestada que no se tradujeron en obras y
beneficios para la sociedad, sino en incrementos a la nómina y gasto corriente
que autorizó la Comisión Gasto Financiamiento que controla el contador Jesús
Conde Mejía. Los diputados en esta Comisión son inexistentes, no tienen
representación, y ni siquiera se les ha ocurrido presentar una iniciativa de
ley que los incorpore a esa tarea, de
tal manera que tengan la mayoría de votos para que sean ellos los que decidan
el destino de los excedentes.
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