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sábado, 1 de marzo de 2014

La glorificación de El Chapo

Por Eduardo Martínez Benavente

La actitud triunfalista y los reconocimientos que ha recibido el gobierno de Enrique Peña Nieto por la captura de narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán tienen una vigencia y validez que muy pronto se disiparán, cuando veamos que la violencia del crimen organizado y la corrupción que la ampara siguen exactamente igual o peor que antes de la caída del líder del Cartel del Sinaloa. El bono de confianza otorgado a su administración es efímero y olvidadizo.

Es muy acertado aquel presagio del capo de la droga, Ismael El Mayo Zambada, que le confió a don Julio Scherer, en aquella entrevista clandestina que le concedió en abril de 2010 y que fue reproducida por Proceso en su edición de hace 8 días: "Si me atrapan o me matan nada cambia". En ese encuentro de gran valor periodístico el amigo y socio de El Chapo, narra escondido en una guarida que si él o su compadre se exhibieran, ya los habrían agarrado por lo que es un mito que éste aparecía en restaurantes pagando las cuentas de los clientes que se encontraban en el lugar o en bodas y otros eventos sociales. Don julio le pregunta que si algunas veces ha sentido cerca al ejército. A lo que responde: "Cuatro veces. El Chapo más". "Tengo pánico de que me encierren". Le pregunta también si sabía que la revista Forbes incluyó a Guzmán entre los grandes millonarios del mundo. "Son tonterías", le asegura. Como tonterías son también las referencias de esa revista que ubica a San Luis Potosí entre las tres mejores capitales del país.

Es imposible valorar el patrimonio de un narcotraficante que no tiene nada a su nombre y que la mayoría de las veces se vale de prestanombres sin vínculo alguno que los pueda identificar. Lo peor que le puede ocurrir en estos momentos a la economía de esa región es que se desate una cacería de brujas en contra de todo lo que huela a inversiones de El Chapo Guzmán. Que se confisquen toda clase de bienes sin más pruebas que el testimonio del detenido que bajo las condiciones a que está sometido es capaz de declarar lo que quieran con tal de que le suavicen el trato inhumano que sufrirá en la cárcel de máxima seguridad en la que seguramente pasará el resto de sus días, si es que antes no lo extraditan al infierno de una de los Estados Unidos. Las fuentes de trabajo deben preservarse a toda costa.
Cualquiera puede hacer sus propias conjeturas sobre la captura del más afamado narco del país. Es un deporte nacional. La versión oficial es que se logró mediante un trabajo coordinado de inteligencia entre agencias del gobierno americano y autoridades mexicanas en las que se captó una llamada del delincuente que pudo rastrearse hasta ubicar exactamente el lugar de donde procedía. Cuesta trabajo aceptar esa historia que sería muy similar a lo que 20 años antes, con mucho menos tecnología que ahora, le ocurrió al más temido y famoso narcotraficante de todos los tiempos, Juan Pablo Escobar. Seguramente que el mexicano conocía ese capítulo de su vida, pues no dudo que hubiera visto la serie colombiana "El Patrón del Mal", que narra todos los detalles de cómo por una llamada que hizo a su hijo a través de un teléfono satelital, la policía dio con él y lo ejecutó al intentar escaparse. No creo que el sinaloense se haya expuesto a repetir el mismo error cuando sabía que estaban encima de él.

El Chapo Guzmán corrió con mejor suerte pues al verse atrapado en su ratonera y saber que ponía en peligro la vida de su esposa e hijas se entregó sin disparar un sólo tiro. Es muy probable que en las siguientes horas haya negociado la liberación de su mujer, de rancia y conocida estirpe criminal, a cambio de no denunciar públicamente a los candidatos que se han visto favorecidos con su dinero en las campañas electorales, así como ocultar los nombres de aquellas autoridades de las que recibió protección y cuidados. Tan se trató de una negociación que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en declaraciones consignadas por Clarín, tuvo el atrevimiento de asegurar que la dama no tenía absolutamente nada que ver respecto a las acciones del delincuente y por eso se le dejaba en libertad, cuando su obligación era ordenar su detención para que se le investigara y en su caso se le consignara ante un juez que resolviera su situación.

Yo creo que su detención obedeció a circunstancias mucho más sencillas y razonables que el cuento que nos quieren hacer creer, creo que fue identificado por algún vecino o paseante que lo denunció. Bajarse de su automóvil en la costera de Mazatlán con su esposa, ex reina de la belleza y conocida por muchos, entrar al lobby del condominio y subir las escaleras o tomar el elevador hasta su piso era un recorrido extremadamente riesgoso. Muchos creíamos que la cirugía plástica lo había transformado y que sería imposible identificarlo. Pero esto no ocurrió. Ni siquiera sufrió mayores cambios por los estragos que hacen los años. Conozco personas que pueden reconocer entre una multitud a alguna celebridad o a un amigo o conocido que no han visto en décadas. Tienen un don especial que nos sorprende. La recompensa de 5 millones de dólares que ofrecía el gobierno americano para el que proporcionara información era muy atractiva como para dejarla pasar. Es muy probable que el denunciante se haya comunicado con la DEA y ésta con la marina de México, la autoridad más confiable para llevar a cabo la operación.


El gobierno federal ha propagado hasta el hastío información relacionada con el patrimonio del narco que se puede interpretar como una apología al delincuente. Lo han glorificado. A tal grado que si se levantara una encuesta, creo que las simpatías de las que goza serían mayores a la puntuación negativa de los que lo aborrecen. Para una sociedad sin valores morales, el poder y riqueza que acumuló son modelo a seguir, sin importar los medios que utilizó para obtenerlos. El gobierno de Peña Nieto debería enfocarse a difundir el dolor y pena que dejó regados en las entidades que controlaba. Exhibir los videos de sus masacres y el testimonio de las madres, esposas e hijos que sufren la pérdida de algún familiar ordenada por este criminal. Así como dar a conocer la disciplina carcelaria a la que estará sometido día y noche, para ver si todavía hay alguien que lo siga admirando.

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