La glorificación de El Chapo
Por Eduardo
Martínez Benavente
La actitud
triunfalista y los reconocimientos que ha recibido el gobierno de Enrique Peña
Nieto por la captura de narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán tienen
una vigencia y validez que muy pronto se disiparán, cuando veamos que la
violencia del crimen organizado y la corrupción que la ampara siguen
exactamente igual o peor que antes de la caída del líder del Cartel del
Sinaloa. El bono de confianza otorgado a su administración es efímero y
olvidadizo.
Es muy acertado
aquel presagio del capo de la droga, Ismael El Mayo Zambada, que le confió a don Julio Scherer, en aquella entrevista
clandestina que le concedió en abril de 2010 y que fue reproducida por Proceso
en su edición de hace 8 días: "Si me atrapan o me matan nada cambia".
En ese encuentro de gran valor periodístico el amigo y socio de El Chapo,
narra escondido en una guarida que si él o su compadre se exhibieran, ya
los habrían agarrado por lo que es un mito que éste aparecía en restaurantes
pagando las cuentas de los clientes que se encontraban en el lugar o en bodas y
otros eventos sociales. Don julio le pregunta que si algunas veces ha sentido
cerca al ejército. A lo que responde: "Cuatro veces. El Chapo
más". "Tengo pánico de que me encierren". Le pregunta también si
sabía que la revista Forbes incluyó a Guzmán entre los grandes millonarios del
mundo. "Son tonterías", le asegura. Como tonterías son también las
referencias de esa revista que ubica a San Luis Potosí entre las tres mejores
capitales del país.
Es imposible
valorar el patrimonio de un narcotraficante que no tiene nada a su nombre y que
la mayoría de las veces se vale de prestanombres sin vínculo alguno que los
pueda identificar. Lo peor que le puede ocurrir en estos momentos a la economía
de esa región es que se desate una cacería de brujas en contra de todo lo que
huela a inversiones de El Chapo Guzmán. Que se confisquen toda clase de
bienes sin más pruebas que el testimonio del detenido que bajo las condiciones
a que está sometido es capaz de declarar lo que quieran con tal de que le
suavicen el trato inhumano que sufrirá en la cárcel de máxima seguridad en la
que seguramente pasará el resto de sus días, si es que antes no lo extraditan
al infierno de una de los Estados Unidos. Las fuentes de trabajo deben
preservarse a toda costa.
Cualquiera puede
hacer sus propias conjeturas sobre la captura del más afamado narco del país.
Es un deporte nacional. La versión oficial es que se logró mediante un trabajo
coordinado de inteligencia entre agencias del gobierno americano y autoridades
mexicanas en las que se captó una llamada del delincuente que pudo rastrearse
hasta ubicar exactamente el lugar de donde procedía. Cuesta trabajo aceptar esa
historia que sería muy similar a lo que 20 años antes, con mucho menos
tecnología que ahora, le ocurrió al más temido y famoso narcotraficante de
todos los tiempos, Juan Pablo Escobar. Seguramente que el mexicano conocía ese
capítulo de su vida, pues no dudo que hubiera visto la serie colombiana
"El Patrón del Mal", que narra todos los detalles de cómo por una
llamada que hizo a su hijo a través de un teléfono satelital, la policía dio
con él y lo ejecutó al intentar escaparse. No creo que el sinaloense se haya
expuesto a repetir el mismo error cuando sabía que estaban encima de él.
El Chapo Guzmán corrió con
mejor suerte pues al verse atrapado en su ratonera y saber que ponía en peligro
la vida de su esposa e hijas se entregó sin disparar un sólo tiro. Es muy
probable que en las siguientes horas haya negociado la liberación de su mujer,
de rancia y conocida estirpe criminal, a cambio de no denunciar públicamente a
los candidatos que se han visto favorecidos con su dinero en las campañas
electorales, así como ocultar los nombres de aquellas autoridades de las que
recibió protección y cuidados. Tan se trató de una negociación que el secretario
de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en declaraciones consignadas por
Clarín, tuvo el
atrevimiento de asegurar que la dama no tenía absolutamente nada
que ver respecto a las acciones del delincuente y por eso se le dejaba en
libertad, cuando su obligación era ordenar su detención para que se le
investigara y en su caso se le consignara ante un juez que resolviera su
situación.
Yo creo que su
detención obedeció a circunstancias mucho más sencillas y razonables que el
cuento que nos quieren hacer creer, creo que fue identificado por algún vecino
o paseante que lo denunció. Bajarse de su automóvil en la costera de Mazatlán
con su esposa, ex reina de la belleza y conocida por muchos, entrar al lobby
del condominio y subir las escaleras o tomar el elevador hasta su piso era un
recorrido extremadamente riesgoso. Muchos creíamos que la cirugía plástica lo
había transformado y que sería imposible identificarlo. Pero esto no ocurrió.
Ni siquiera sufrió mayores cambios por los estragos que hacen los años. Conozco
personas que pueden reconocer entre una multitud a alguna celebridad o a un
amigo o conocido que no han visto en décadas. Tienen un don especial que nos
sorprende. La recompensa de 5 millones de dólares que ofrecía el gobierno
americano para el que proporcionara información era muy atractiva como para
dejarla pasar. Es muy probable que el denunciante se haya comunicado con la DEA
y ésta con la marina de México, la autoridad más confiable para llevar a cabo
la operación.
El gobierno
federal ha propagado hasta el hastío información relacionada con el patrimonio del
narco que se puede interpretar como una apología al delincuente. Lo han
glorificado. A tal grado que si se levantara una encuesta, creo que las
simpatías de las que goza serían mayores a la puntuación negativa de los que lo
aborrecen. Para una sociedad sin valores morales, el poder y riqueza que
acumuló son modelo a seguir, sin importar los medios que utilizó para
obtenerlos. El gobierno de Peña Nieto debería enfocarse a difundir el dolor y
pena que dejó regados en las entidades que controlaba. Exhibir los videos de
sus masacres y el testimonio de las madres, esposas e hijos que sufren la
pérdida de algún familiar ordenada por este criminal. Así como dar a conocer la
disciplina carcelaria a la que estará sometido día y noche, para ver si todavía
hay alguien que lo siga admirando.
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