La ruta de los candidatos
Por
Eduardo Martínez Benavente
Todo
parecía indicar que, hasta antes de la masacre de Ayotzinapa y los otros
escándalos que han mermado la figura presidencial llevándola a estimaciones
verdaderamente preocupantes, la decisión de designar al candidato del PRI a la
gubernatura del estado dependería única y exclusivamente de la voluntad del Titular
del Poder Ejecutivo Federal, quien podría imponer a la persona que le viniera
en gana con la seguridad de que no sería objetada por ninguno de los otros
aspirantes; y los inconformes, si los hubiera, comerían sapos sin gesticular.
Tal era el margen de acción con el que el presidente podía operar hasta hace
muy poco, por lo que salía sobrando cualquier mérito personal o antecedente
político de los contendientes para tomar esta decisión. Sin embargo, la
situación política del país ha cambiado radicalmente, y aunque San Luis Potosí
no es una entidad que les quite el sueño a los que manejan la política
nacional, cualquiera de los aspirantes que se ha apuntado para representar a su
partido puede ser nominado, pues bajo estas circunstancias, el "gran
elector" tendrá que tomar una decisión consensada con la dirigencia
nacional y estatal del PRI, con el gobernador del estado, los coordinadores de
las cámaras de diputados y senadores, el delegado del PRI, el secretario de
gobernación y hasta con el grupo de "notables" de la entidad. Armar y
negociar el nombramiento de la persona que los represente puede llevarlos hasta
la segunda semana de enero para que se formalice en una asamblea de delegados.
No me extrañaría que en este contexto pudiera surgir una crisis interna, ya que
ninguno de los aspirantes cuenta con el liderazgo y peso suficiente para
imponerse sin cuestionamientos al resto de sus compañeros.
Aunque
tampoco se advierte la presencia de un extraño que pueda desplazar a los que
hasta ahora han manifestado su interés por la candidatura, entre los que
podemos citar al actual alcalde de la capital, Mario García
Valdez, popular, bonachón y tolerante, pero peligrosamente vulnerable a las
críticas y descalificaciones de la oposición por el papelón que ha desempeñado
al frente de la comuna y por el desastre financiero que le heredará a su
sucesor; al ex coordinador de Vinculación de la Oficina de la Presidencia de la
República, Jesús Ramírez Stabros, sumido en un escándalo de resonancia
internacional por prevaricación y tráfico de influencias e inhabilitado para
ocupar cargos públicos hasta unos días antes de que el PRI elija a su
candidato, quien puede, como la leyenda de la ave fénix, renacer de sus
cenizas; al titular de la Secretaría de Educación, Juan Manuel Carreras López, inteligente
y mediocre funcionario que no pudo mejorar el sistema de educación del estado y
candidato del doctor Toranzo, a quien se le puede señalar su negligencia delictiva
por no haber suprimido las remuneraciones que ilegalmente cobran los maestros
"comisionados", así como su falta de carácter al tolerar que los
líderes sindicales sigan mandando en esa Secretaría, independientemente del
resquemor que provoca entre los priistas su participación como funcionario en
el sexenio de Felipe Calderón. La metodología de la encuesta del PAN para
elegir a su candidato a la gubernatura consideró a Carreras como la figura más relevante
para representar al PRI y con el que en este ejercicio de opinión se tendrían
que medir los precandidatos del PAN. Como "premio de consolación" le
queda la presidencia municipal, cuya candidatura tendría que disputarla con el
diputado de escasas luces, Fernando Pérez Espinosa, quien pocas o nulas
esperanzas tiene de alcanzar la nominación de su partido al gobierno del
estado, aunque sí la de la presidencia municipal, quien en un tercer intento
fortalecería con su popularidad al abanderado de su partido.
También podemos señalar al comisionado general de la Policía Federal,
Enrique Galindo Ceballos, de 48 años, el más joven de los aspirantes, servicial
con los potosinos y de exitosa carrera, a quien el gobernador vetaría con todas
sus fuerzas por los desencuentros que tuvieron mientras se desempeñaba como
Secretario de Seguridad Pública. Creo que lo que más bien pretende el
también ex director de Seguridad Pública Municipal de la administración de
Octavio Pedroza, es posicionarse para competir en un
futuro por la gubernatura; al senador Teófilo Torres Corzo, osado y teatral
personaje, por aquello de que da la impresión de que siempre está actuando,
aunque asegura que no busca la candidatura, si la encuentra, la agarra. No tendría
que enfrentarse a la oposición del navismo si esto ocurriera, sino a la del
ahora gestor de los intereses de Industrial Minera México, Horacio Sánchez
Unzueta, autor de la prohibición constitucional por la que en ningún caso y por
ningún motivo podrá volver a ocupar el cargo de gobernador del estado el
ciudadano que lo haya desempeñado,
así hubiere sido electo por sufragio directo o con el carácter de interino,
provisional o sustituto. Impedimento que asegura el ex interino que no procede
porque viola sus derechos políticos.
A Juan Carlos Valladares García, amigo
personal del devaluado presidente Peña Nieto, la gubernatura puede
convertírsele en un doloroso fracaso o en una exitosa empresa. Con él no habría
medias tintas, como tampoco habría tregua en la curva de aprendizaje por la que
tendrá que transitar si se adentra en las inmundas aguas de la política. No ha
valorado el daño que le infieren "El Chato" López y "El Papuy"
López Palau, como promotores de su proyecto político. Sus relaciones con el
poder podrían ser de mucho beneficio para el desarrollo del estado.
A Elías Dip Ramé, hábil y emprendedor líder gremial al que hay que
reconocerle su interés por servir a San Luis desde cualquier trinchera. Su
participación como candidato del PRD por este mismo cargo puede complicarle la
nominación. Estilo y oficio los tiene.
No podemos omitir a José Ramón Martel López, a quien su desarraigo del
estado le obstaculiza la designación de su partido, no obstante que se le
reconoce como un experimentado y valioso político. Sus esfuerzos no han sido suficientes
para ganar presencia. Ni siquiera ha provocado un incidente para darse a
conocer. A Salomón Rosas Ramírez, le pagaría un café si después de quince
minutos de plantarse en la Plaza de Armas lo saluda un potosino común y
corriente que no viva o haya vivido de la política o del periodismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario