El poder es afrodisiaco
Por
Eduardo Martínez Benavente
Es una práctica común
entre los que ejercen el poder político del país participar en fiestas en las
que los asistentes incurren en toda clase de libertinajes, como a la que
asistieron un grupo de panistas hace más de siete meses en una lujosa
residencia de Puerto Vallarta y a la que sólo fueron requeridos unos cuantos
afortunados de los que integran la élite o "burbuja" de la fracción
parlamentaria de ese partido. Los escándalos sexuales y anécdotas de los
apetitos inmoderados de nuestros gobernantes son ampliamente conocidos y
siempre han existido. Basta con leer las memorias de Gonzalo N. Santos para
enterarnos de algunas de esas conductas lascivas que el cacique celebra con
ofensiva mofa, o platicar con personas cercanas a algunos de los últimos
gobernadores para que nos narren el enamoramiento febril de uno de ellos que
desde el helicóptero del gobierno le arrojaba ramos de flores a su querida, o
las hazañas de otros, que sin ningún recato presumían sus aventuras y exhibían
a sus amantes.
Conozco el caso de
una joven maestra que se vio obligada a participar en una orgía organizada por
líderes sindicales como condición para que se le reconociera el estatus de
trabajadora de base pues su contrato estaba a punto de concluir y no iba a ser
renovado. No es necesario aclarar que después de ese reventón quedó
traumatizada para el resto de sus días. Hace poco una señora guapa, fina y educada,
venida a menos económicamente necesitaba con urgencia un ingreso porque su
esposo acababa de fallecer y sólo le había dejado deudas. Para resolver su
situación recurrió a una importante funcionaria del gobierno estatal para que
la acomodara en cualquier oficina. La respuesta de su amiga fue negativa pues
le explicó que el ambiente en ese medio era pesadísimo y no aguantaría el acoso
sexual de sus jefes y compañeros.
Son
aves raras los funcionarios de alto nivel que observan una conducta intachable en
cualquier ocasión, y que no aceptarían, bajo ningún motivo, asistir a una de
esas francachelas en las que el anfitrión paga el vino y las mujeres con la
intención de relacionarse con ellos para pedirles algún favor o amarrar un
negocio. Tendríamos que ser demasiado inocentes para suponer que en el informe
de gastos que presentó el encargado de administrar los recursos públicos
destinados a cubrir la reunión que celebraron los panistas para discutir su
agenda de trabajo en ese puerto podemos encontrar algún concepto relacionado
con el agasajo. Estoy seguro que el informe está perfectamente soportado con
pólizas y facturas que justifican hasta el último centavo del millón 500 mil
pesos destinado a la jornada legislativa, independientemente de que se erogó
una cantidad razonable si consideramos que asistieron unos 150 panistas, entre
los 114 diputados que conforman esa fracción, asesores e invitados. Un paquete
turístico de 4 noches con alimentos, un buen hotel y transporte con un valor de
10 mil pesos por persona es aceptable.
Qué
bueno sería para los panistas que el escándalo terminara en una simple
malversación de fondos. Sabemos que el resultado de la investigación, si algún
día concluye, no convencerá a nadie, pues el meollo del asunto es muy delicado,
ya que todo indica que esa fiesta fue pagada y organizada por un presunto
delincuente de Monterrey sobre el que pesan serias acusaciones de homicidio y
narcotráfico; y que compartió el pan, la sal y las mujeres con los panistas.
Creo que éste fue el que filtró el video porque no llegó a una buena
negociación con sus influyentes invitados. El diputado de Nuevo León que estuvo
presente debió advertirles a sus compañeros los antecedentes del anfitrión.
Nadie acepta que un individuo desconocido y ajeno al círculo de amigos de
confianza participe con uno en un reventón.
Sólo
los hipócritas y mojigatos fingen escandalizarse ante un reportaje tan oportuno
y revelador que muchos celebramos porque se exhiben las miserias de un grupo de
diputados vende patrias de Acción Nacional, que podrían haber sido de cualquier
otro partido, y que fueron grabados con las manos en la masa corporal de esas
mujeres por una cámara oculta que pudo haber sido operada por alguno de los
guaruras del anfitrión que se desplazaba por el inmueble "como Pedro por su
casa" repartiendo condones. Gracias a la agudeza periodística de Reporte
Indigo nos salvamos ese lunes de que la nota principal fuera la promulgación de
las leyes secundarias de la Reforma Energética. Ese día millones de mexicanos
vimos y comentamos el video y a muy pocos nos interesó lo que pasaba en Palacio
Nacional, por eso creo que ni los servicios de inteligencia del gobierno
federal ni los priistas tuvieron algo que ver con esa celada. Como tampoco creo
que los autores hayan sido miembros de la pandilla de Ernesto Cordero, pues si
hubieran tenido el video seguramente que lo hubieran dado a conocer antes de la
fecha de la elección interna del PAN en la que eligieron a su presidente para
descarrilar a la máquina de Gustavo Madero que les ganó la elección.
Los
razonamientos empleados por Alejandro Zapata para minimizar su participación en
esa fiesta son lastimosos e infantiles. En lugar de haberse quedado callado y
apechugar el costo político y la regañada correspondiente por el evidente
charloteo y apapachos que intercambió con la dama, dio una explicación por demás
insensata a la opinión pública que vio y analizó el video, y que podría haber
sido la misma que un novato, y no un lobo de mar, le daría a su pareja ante un
incidente de faldas. Tuvo la desvergüenza de afirmar que no hizo absolutamente
nada y que ni siquiera sabía de qué se trataba cuando lo citaron y que hasta
que vio el baile supo el motivo. "Me quedé yo solamente un rato y luego me
regresé a mi hotel..." Declaró vía telefónica a Pulso. Nomás le faltó
aclarar que se salió de la fiesta porque estaba bien aburrida y que sólo había
mujeres viejas y feas que lo estaban molestando porque querían bailar. No creo
que el escándalo se prolongue por mucho tiempo aunque sí el pitorreo de los
amigos y compañeros del ex candidato perdedor. Creo que es muy difícil que
Zapata vuelva nuevamente a representar a su partido en la contienda electoral
por la gubernatura. Se desligó de San Luis y no cumplió con su compromiso de
vigilar y denunciar las actuaciones de Toranzo.
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