Entre auditores te veas
SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE
Por
Eduardo Martínez Benavente
Si estuviera en los zapatos del alcalde
Mario García Valdez le aconsejaría a los funcionarios de mi administración que
bajo ningún motivo se presenten a solventar las observaciones derivadas de la
revisión que practicó el auditor superior del estado a la cuenta pública del
Ayuntamiento porque no ha sido parejo con los entes auditados. A unos les cargala mano y a otros les tapa sus tropelías. Declararía la rebeldía del municipio
a atender cualquier requerimiento emanado de esa autoridad y les ordenaría a mis
subalternos que queda expresamente prohibido comparecer ante esa instancia. En
pocas palabas, les pediría que lo manden al diablo. De cualquier manera saben
que no serán sancionados y que si algún día les aplica una multa no podrá
hacerla efectiva porque no tendrán nada a su nombre. El mejor ejemplo de la
impunidad que campea en el estado es el trato que se le ha dado a los
funcionarios del gobierno de Victoria Labastida, que a pesar de los delitos en
que incurrieron y que han quedado debidamente acreditados, no serán castigados.
La negativa a presentarse ante el auditor superior, como una acción de
protesta, se justifica plenamente por la parcialidad con la que se ha conducido
y la selectividad con la que opera al dictaminar observaciones financieras en la
cuenta pública del ex rector que a otros presidentes municipales, como el de
Soledad de Graciano Sánchez, perdona.
No se vale que a su administración le haya
señalado, dentro de las observaciones financieras no desahogadas, el gasto que
registró por 4 millones 484 mil pesos en la adquisición de 40,599 despensas, a
un costo de 110 pesos con 44 centavos cada una, porque no presentó los acuses
de recibo firmados por los beneficiarios ni la copia de las identificaciones
oficiales para cotejar sus firmas; mientras que al Municipio de Soledad, que
preside otro de los aspirantes a la gubernatura del estado, no le hizo una sola
observación por ese concepto, no obstante que entre enero y noviembre de 2013
repartió más de 94 mil despensas con un valor superior a los 21 millones 200
mil pesos que ni siquiera están contabilizados, a un costo que varía entre 203
y 285 pesos cada una, como se hizo ver en las hojas de trabajo que los
auditores de la Auditoría Superior del Estado (ASE) nos hicieron llegar ante el
temor fundado de que sus observaciones serían eliminadas, como finalmente
ocurrió. En estos documentos se asienta que se desconoce el contenido de la
canasta alimentaria y que no se acompañó la documentación de los beneficiarios,
como sería la solicitud, carta de agradecimiento, recibo e identificación, ni
estudio socioeconómico. Los auditores también observaron que por el importe de
la adquisición debió realizarse una licitación nacional que no se acreditó y
que sólo 174 despensas se las compraron a un proveedor distinto a la señora
Judith Trinidad Torres Pachicano. Es inocultable el uso político que los
alcaldes de Soledad y San Luis Potosí hacen de estos donativos que distribuyen
con la finalidad de engrosar su base social para que los apoyen en sus
incursiones electorales y que las autoridades electorales impunemente permiten.
Esto es sólo un ejemplo de las
distintas varas que utiliza para medir una misma malversación de recursos, pero
suficiente para que García Valdez se declare en rebeldía.
Otro gasto que no se puede
explicar por las diferencias que existen en el número de empleados entre estos
municipios es el relativo a la prestación de los servicios médicos que celebró
el Ayuntamiento de Soledad con la Clínica de Especialidades Wong, que con 1,367
burócratas que tiene registrados en su nómina pagó facturas en el 2013, sin
contar medicamentos, por más de 61 millones de pesos; mientras que el municipio
de la capital, con 5 mil 77 trabajadores reporta un gasto por atención
hospitalaria de 76 millones de pesos, también sin medicinas, más otros 40
millones que se cubrieron por exceder la cobertura de la póliza de seguro.
El auditor no
verificó en las actas de cabildo de los ayuntamientos de San Luis y Soledad si
los fraccionadores cumplieron con la obligación de
ceder al municipio las áreas de
donación que tenían que haber entregado por la
autorización de sus proyectos inmobiliarios, y si esas superficies
corresponden a las que señala la Ley de Desarrollo Urbano. Ahora, con
motivo del pleito que ha protagonizado la
familia Schekeiban Sarquis contra Industrial Minera México (IMMSA) por el desalojo violento de un predio
que reclaman de su propiedad y en el que
acusan en un desplegado publicado hace unos días de que el abogado
de la empresa, Horacio Sánchez Unzueta, se vale de sus relaciones políticas e
influencias para arrebatarles el predio; salta oportunamente un tema que es del
interés de los potosinos y que merece la pena investigarlo, y es el que se
refiere a la autorización de un ambicioso desarrollo urbano proyectado en los
terrenos que ocupaba su planta de cobre en la fracción de Morales. Para esto
estamos solicitando al municipio de la capital, en ejercicio de la Ley de
Transparencia, que nos proporcione una copia del acuerdo de Cabildo y de la
Comisión de Alumbrado y Desarrollo Urbano en la que conste la autorización que
se le dio a IMMSA para el cambio de uso de suelo de los
terrenos correspondiente a ese inmueble; así como una copia de la autorización municipal
para subdividir su propiedad, pues en este caso tenía que haber cedido el 10%
de la superficie total al Ayuntamiento. Es un hecho público y notorio que, por
lo menos, se han segregado dos fracciones de ese inmueble; el primero, en el
que se construyó el Teatro Bicentenario de la UASLP; y el segundo, en el que se
levanta la Escuela Bancaria y Comercial, Campus San Luis. Estamos seguros de
que la empresa no cumplió con estos requisitos pues en el inventario de bienes
inmuebles del municipio no aparece ninguna propiedad ubicada en ese sitio.
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