Entre auditores te veas
PRIMERA
PARTE
Por
Eduardo Martínez Benavente
El
motivo del auditor superior del estado, José de Jesús Martínez Loredo, de
sentar y exhibir en el banquillo de los acusados al ex auditor Héctor Mayorga,
como cualquier otro malhechor, se debe a una revancha por los conflictos que le
ha armado en el interior del organismo fiscalizador que ahora dirige y haber
filtrado información que ha dañado su imagen; y no al interés de integrar una
investigación seria y exhaustiva de sus actuaciones al frente de esa oficina
para que se le aplique la Ley. Busca desquitarse de las afrentas que le ha
inferido exhibiéndolo públicamente como un vulgar dilapidador de los recursos
que administró, por lo que sólo se centrará en asuntos menores y no
incursionará en otro tipo de responsabilidades como las que corresponden por haber
encubierto a conocidos delincuentes y haber dejado que pasaran más de cuatro
años sin resolver en definitiva si el ex gobernador Marcelo de los Santos o el
actual solventaron las observaciones que les fincó en el informe de la
auditoría de la cuenta pública del 2009 del Poder Ejecutivo, referentes al
desvío de una buena parte del préstamo de los 1,500 millones de pesos que el
primero gestionó, y que no sabemos quién de ellos, o si los dos, son culpables
de esos ilícitos, como también podemos pronosticar que el nuevo auditor no hará
absolutamente nada para esclarecer este caso, no obstante de que ya existe un
predictamen en el que nos asegura uno de los ex asesores más cercanos de
Mayorga que la responsabilidad es compartida y que los dos hicieron mal uso de
esos recursos.
Habrá
que recordar que en el informe de la auditoría correspondiente a ese ejercicio,
el ex auditor palomeó sin observación alguna 381 de los 1,500 millones
prestados, a Toranzo le señaló 561 millones de desvíos y 558 al gobierno marcelista.
Cualquiera puede predecir, sin riesgo a equivocarse, que el ex auditor no será
sancionado y que si algún día logran formalizarle algún cargo no sabrán cómo
hacerlo efectivo, pues sus habilidades para chicanear y prolongar
indefinidamente cualquier litigio son por todos conocidas. Por lo pronto, para
demostrar su rebeldía, ha desentendido los citatorios que la Auditoría Superior
del Estado (ASE) le ha girado para que se presente a declarar con el trillado
pretexto de que él y su ex coordinador de Ejecución,
Juan José Frías Aguilera, a quien también están convocando, se encuentran
incapacitados.
Un
grupo de ciudadanos que hemos estado investigando el destino que se le dio a
ese crédito llegamos hace unos meses a la conclusión de que el ex gobernador Marcelo
de los Santos dispuso de la totalidad de ese dinero y que no le había dejado a
su sucesor ningún remanente. Para eso nos basamos en la información que obtuvimos a través de engorrosas gestiones judiciales y administrativas. Ahora
creemos que estamos equivocados y tenemos serias dudas de haberle adjudicado al
ex gobernador toda la responsabilidad, pues independientemente de lo que nos ha
explicado el ex consejero de Mayorga, la ilegal cerrazón del gobierno de
Fernando Toranzo para entregarnos la documentación solicitada, lo exhibe y
delata como responsable de una buena parte de ese desvío. Su gobierno ha
llegado a los extremos de utilizar al Juez Tercero del Ramo Penal para que
clasifique como reservada la información requerida porque según él forma parte
de un proceso penal, como si no entendiera que lo que estamos investigando es
el destino que se le dio a esos recursos, que por su naturaleza es información
pública, y no el estado que guarda el expediente. El Poder Judicial de la
Federación le había ordenado a la CEGAIP que hiciera valer el acuerdo con el
que en un principio había desclasificado la información de la auditoría de la
cuenta pública estatal del 2009 como reservada, y que después, su presidente no
sostuvo y revocó en una resolución arbitraria y unilateral. El amparo que se
nos concedió se convirtió en el primer precedente para que la información sobre
la revisión de las cuentas públicas dejara de ser un secreto.
Si
Toranzo estuviera libre de culpa sería el principal interesado en ordenar la
entrega y difusión de los estados financieros y movimientos bancarios, con
pólizas y comprobantes de los gastos de las 9 cuentas a las que el ex
gobernador transfirió el importe del crédito y desde las que se expidieron los
cheques y órdenes de pago hasta agotarse los recursos. Sólo así podríamos
contar con un sustento documental completo que nos permitiría seguirle la pista
a la dispersión de esos fondos. Es inaceptable que la ASE con decenas de
expertos contadores que cobran en su nómina no haya emitido un dictamen final
en el que resuelva de una vez y para siempre quién fue el responsable de esas
pillerías.
Se ha dejado correr la versión de que el ex
titular de la ASE tiene abiertas cuatro investigaciones que van desde las
multas e indemnizaciones cobradas a los presidentes y tesoreros municipales que
se cubrieron en especie, sin que se les exigiera un avalúo que determinara el
valor del inmueble que se daba en pago, hasta los fondos especiales que ha
recibido de la Auditoría Superior de la Federación destinados a revisar
dependencias que manejan recursos federales. Así como el montón de empleados de
confianza a los que les dio base. Según el informe del cuarto trimestre de 2013, la ASE tuvo un presupuesto autorizado de un poco más de 133 millones de
pesos, aunque al final ejerció más de 160 millones de pesos. Para este 2014,
según el informe del segundo trimestre, el presupuesto autorizado es de 155
millones 911 mil pesos y ha tenido en lo que va del año varias ampliaciones que
lo llevan a 162 millones 188 mil pesos. Todo tirado a la basura, ya que los
resultados por el cobro de indemnizaciones y multas a los entes auditados son un
fracaso y ni siquiera ha logrado reducir los ilícitos e irregularidades en que
incurren permanentemente. Es necesario que un despacho externo de contadores
revise las cuentas que maneja discrecionalmente el auditor superior del estado.
A nadie rinde cuentas, ni nadie se las pide. Su contraloría interna no es
confiable. No existe ningún otro organismo o dependencia de gobierno que maneje
con más libertad e impunidad los dineros que se le confían, que ese inútil
recoveco.
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